Nada es para siempre, reza la conseja popular, estamos inmersos en constante evolución científica y tecnológica que impone cambios en los esquemas de vida al grado de desplazar hasta esquemas tradicionales tan sólidos en su momento, como fue el transporte urbano de los tranvías en Veracruz, preferido por la población local y atractivo turístico.
El crecimiento de la ciudad estableció condiciones que provocaron la salida de vehículos eléctricos aparatosos circulando por vialidades de gran aforo, además de la caída en el índice de rentabilidad.
Dejaron de resultar un buen negocio para la Cooperativa de Tranviarios, les negaron el subsidio como si ocurre en San Francisco, California. Solo queda el testimonio del Tranvía del Recuerdo encapsulado a la vista del público sobre su base frente al Parque Zamora.
La misma remembranza ocurre con el ferrocarril interoceánico que salía del hermoso edificio de la estación ejemplo de las magnas obras entregadas por don Porfirio Díaz a Veracruz . Una delicia viajar en este medio de transporte barato y seguro cubriendo la ruta hasta llegar a Buenavista de la Ciudad de México.
A manera de plus en calidad de servicio incorporaron la modalidad del “Jarocho”, dotado de camarotes de lujo , comedor y otros espacios especiales que hicieron la diferencia.
Se extingue el tintar en mesa del café en Veracruz
En este repaso de las tradiciones veracruzanas, aparece el tintinar desprendido del golpe de la cuchara con el vaso llamado al cafetero encargado de verter leche o café según el gusto del cliente.
Desafortunadamente en los últimos 3 años ha venido a menos esa práctica, ojalá que los propietarios o directivos del Café de la Parroquia promuevan la continuidad de una señal propia de Veracruz, como sucede con la marimba y los músicos y bailarines de nuestro folclore.
Este fin de semana abordamos al joven Rafael Campos mientras atendía el llamado de comensales, activo de manera permanente de un lado a otro del local para atenuar reacciones de malestar de turistas por una prolongada espera de la leche y el café.
Alli mismo el ingeniero Julio García Cámara asiduo asistente a reunión con amigos confesó que aunque la respuesta suele ser pronta, el prefiere tintinar para contribuir a que siga esta tradición.
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