MARCOS 13, 33-37.
Veintinueve de noviembre, es el domingo más cercano a la fiesta de san Andrés apóstol que marca ya un nuevo año litúrgico, el primer domingo de Adviento. Todo cambia. Todo cambia, hay una transformación también en la vida de la Iglesia, a pesar de que el tiempo es cíclico, no es un repetir, porque muchas veces la monotonía de la vida, de las cosas, nos hacen apáticos, nos hacen indiferentes, fríos y no nos hacen totalmente estar dispuestos a descubrir esa presencia del Señor en nuestra vida. Porque eso es Adviento, una preparación al acontecimiento del Señor que viene, estar preparados. Y no sabemos cuándo va a venir el Señor.
Sí tenemos una fecha de que el Señor viene espiritualmente esta Navidad y ¿cómo nos estamos preparando? Quizás viendo que vamos a comer, en medio de la crisis económica por esta pandemia también estamos pensando en los regalos, estamos pensando en una alegría externa, algo que va a ser pasajero y no, debemos prepararnos espiritualmente y la Palabra de Dios hoy nos invita a nosotros gritándonos ¡ya viene el Señor! ¡El Señor está de regreso!
Quisiera ante ello, hablar como el Señor nos ha tenido confianza, ha inaugurado el reino y nos lo ha dejado a nosotros para que nosotros viviendo, experimentando, realizándonos como personas estemos construyendo este reino de Dios en la espera que plenamente se manifieste en la segunda venida de Cristo. Esta parte del evangelio es una respuesta a la inquietud de los discípulos y que también en nosotros muchas veces esta ¿cuándo va a suceder esto? ¿Cuándo va a ser el final? El Señor no nos dice en que momento va a suceder, pero si nos dice de qué manera tenemos nosotros que prepararnos.
En primer lugar, en esa confianza que Él mismo nos ha tenido. Jesús nos presenta esta confianza de Dios para nosotros, que encomienda al portero y a cada uno de los servidores a que trabajen que el Señor va a venir. Pues de esa manera, esa confianza que tenemos nosotros en el Señor, nos debe llevar a ¿qué cosa? A cumplir, a hacer lo que tenemos que hacer en la vida. Esa venida del Señor para nosotros, exige una continua vigilancia, como si todo fuera a suceder esta misma noche, el Señor dice: <> Solo es en la continua perseverancia, en la realización de aquello que el Señor nos encomendó, podrá dejarnos tranquilos.
El seguimiento de Jesús es una tarea que implica la vida entera y no solamente un día, antes del fin de la vida o el fin del mundo, es siempre. ¿Quiénes somos nosotros? Ese portero, el que tiene que estar vigilante, atento a que los servidores también cumplan con su trabajo o somos los servidores, no nos tenemos que dormir, no sea que el Señor llegue de repente y nos encuentre dormidos.
Recordemos, Jesús nos dice claramente: <>. Vivamos este tiempo de Adviento despiertos, atentos y trabajando para que el reino de Dios se manifieste. Lo hacemos nosotros pidiéndole al Señor cuando le decimos en el Padre Nuestro: <<… venga a nosotros tu reino>> y en la eucaristía le decimos al Señor: <>. Estemos atentos, el Señor viene en los acontecimientos de nuestra vida, el Señor viene en cada eucaristía que nosotros celebramos, viene en el pobre, viene en el necesitado al que le tenemos que tender la mano; pero vendrá un día también y nos va a juzgar según nuestras obras.
Bonita semana para todos.