Para que la magia exista, solo debemos creer, no importa la edad que tengas, esto siempre te llevará a disfrutar al máximo de tus días y a tus seres queridos…
Más allá de ser un musical (algo que me tomó por sorpresa), lo que me impresionó de esta película inclusiva de Netflix es su increíble producción, lo bien logrados de sus efectos visuales (que hacen más reales las secuencias de acción y aventura), su ambientación que se encuentra abarrotada de todo lo navideño que nos podamos imaginar, y no menos importante, sus vestuarios y las letras de las canciones que llegan para acompañar la trama.

“Jingle Jangle” es todo un espectáculo visual, ideal para disfrutar en familia, encontrándose ambientada en la ciudad de Cobbleton, donde nos narran la historia del legendario fabricante de juguetes Jeronicus Jangle (un agradable Forest Whitaker), cuyos imaginativos inventos maravillan a todos. Eso lo lleva a cumplir su sueño: abrir su propia tienda donde pondrá a disposición de todos sus más increíbles creaciones. Pero un buen día, y como suele ocurrir cuando alguien tiene éxito, su aprendiz de confianza (Keegan-Michael Key) le roba su creación más preciada; es así como un invento olvidado y su nieta (la debutante Madalen Mills), igual de brillante e ingeniosa, serán los encargados de curar las viejas heridas y reavivar la magia que este gran ser humano ha perdido con el paso de los años, porque desaparecido su libro de inventos, las cosas no volvieron a ser como antes, y peor aún, se aleja de su familia.

Este mundo imaginario, en el que también participa el cantante Ricky Martín prestando su voz, cobra vida lleno de aventuras, explosiones, persecuciones y buenas interpretaciones, puede que no agrade a todo público porque la presencia de las canciones sí es en gran cantidad dentro de la narración, pero en general la historia es bonita, las coreografías son espectaculares y este trabajo tiene el poder de cambiar tu vida, así tal cual le ocurre a los protagonistas, quienes gracias al amor y la lucha obtienen recompensas.