Mateo 11,25-30
Estamos en el domingo catorce de este tiempo ordinario, ya el mes de julio, cinco de julio. Toda institución, empresa, tiene su área de recursos humanos, exigente en el currículum de aquellos que convocan, de aquellos que van a contratar. Piden que sean verdaderamente profesionales, personas de experiencia, que vengan a impulsar la institución, la empresa, para una mejor visión y misión.
Jesús parece todo lo contrario, ante la oposición que ha tenido de su proyecto por parte de los escribas y fariseos. Jesús habla al Padre en el texto del Evangelio que escuchamos, una relación de hijo , de confianza hacia su padre, Yo te alabo Padre porque las acciones de Dios las has dado a conocer a la gente sencilla, a los humildes, así se dio a conocer la manifestación del cumplimiento, de la promesa que el Padre había hecho en Jesucristo el Señor. A los pastores se les anuncia,” hoy ha nacido para ustedes el Salvador del mundo.”
De la misma manera en la predicación de Jesús, ¿quiénes son los que la acogen?, los sencillos, los descartados, los pobres; aquellos que esperaban la manifestación de Dios, que viniera ayudarlos, a salvarlos. Jesús, nos manifiesta, en este Evangelio, también, la unidad, la intimidad, el amor que el Padre y Él viven. El Padre le da a conocer todo a Jesús, y Jesús conoce también al Padre, y es ahí en donde Jesús puede darse a conocer, puede manifestarse a aquellos que se hacen sencillos de corazón. También Jesús nos invita a nosotros, en medio de esta epidemia, de esta incertidumbre, de esta vida que a veces, para muchos es de angustia, “vengan a mi todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio.”
Nuestros obispos en México, el pasado veintinueve de junio, daban un mensaje al pueblo de Dios, “abrazar a nuestro pueblo en el dolor. “Y se referían a “aquellos que habían perdido el empleo, a las familias que ahora viven una necesidad y que piden ayuda para comer, a los papas que no podrán pagar la colegiatura de sus hijos, a las personas que temen el cierre inminente de sus lugares de trabajo, a los que tienen su tienda o negocio familiar y que no han podido abrir ni vender, a los empresarios que han mantenido el sueldo de sus empleados, perdiendo capital y acercándose a la quiebra; a todos, decían los obispos, no están solos. “Y hacían un llamado a la solidaridad, que verdaderamente podamos todos poner los cinco panes y los dos pescados para que el Señor los pueda multiplicar.
Pues, hermanos, acerquémonos a Jesús, confiemos verdaderamente en el Señor y vayamos a Él. Vayamos a Él sabiendo que su doctrina nos satisface, su doctrina nos enseña a caminar en la vida y a ser hermanos, a encontrarnos con Cristo presente en el hermano que sufre. Y recordemos que Jesús a través de la ley del amor, nos invita a nosotros a encontrar descanso, que verdaderamente su yugo que es la doctrina, la ley del amor, nos ayude a todos a ayudar a que la carga, a que la incertidumbre, a que las dificultades de este tiempo, de esta epidemia, sean verdaderamente ligeras porque, como Simón de Cirene, ayudamos a los hermanos a llevar la Cruz a través de un amor recíproco, haciendo presente a Jesús entre nosotros.
Bonita semana para todos.