jueves, abril 18, 2024
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Curso de estudio de los fundamentos de la sabiduría de la Cabalá

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Pero resulta, que no es tan sencillo. Primero, tenemos que aclarar qué es el mal que debemos revelar (asunto complicado de por sí), y luego, debemos esclarecer cómo revelarlo exactamente. Si tenemos las respuestas a estas dos preguntas, podremos pasar del desarrollo por el camino de sufrimientos al desarrollo por el camino de la Torá. Estas preguntas las aclararemos en la próxima lección.

Para averiguar qué es el mal, primero debemos entender qué es el bien. Bien, según la sabiduría de la Cabalá, es el estado final de nuestro desarrollo, es decir, la total equivalencia de forma con el atributo de otorgamiento, lo que es llamado en la sabiduría de la Cabalá “adhesión”. En términos más simples, “bueno” según la Cabalá, es la sensación de conexión armónica con todas las partes de la Creación como un solo cuerpo, es la unión con amor, corrigiendo la intención de recepción a otorgamiento.

Si lo bueno es la sensación de conexión, entonces lo malo es la sensación de separación, o mejor dicho, la fuerza que nos provoca la sensación de división. Sobre esta fuerza estudiamos ampliamente durante todo el curso, es la intención con el fin de recibir, el ego, el atributo que dirige al deseo de recibir, de modo que todo el trabajo con él está dirigido hacia el interior, solo para nuestro beneficio personal.

A lo largo de todos sus escritos, Baal HaSulam vuelve a explicar, que la causa de todo el mal en el mundo es nuestra forma de trabajo con el deseo de recibir, o sea, solo para nuestro propio beneficio, sin tomar en cuenta a los demás y en un total contraste con las leyes de la naturaleza. La falta de equivalencia de forma entre nosotros y el atributo de otorgamiento, como resultado del trabajo con el deseo con intención con el fin de recibir, es lo que nos impide experimentar la buena y verdadera realidad, dirigida por el Único Creador, Bueno y Benefactor.

Así escribe por ejemplo en el “Prefacio al libro del Zohar”: “Ven y Ve, cuando todos los seres humanos consientan por unanimidad, eliminar y erradicar el deseo de recibir para ellos mismos que existe en su interior, y no tengan otro deseo más que el de otorgar a sus amigos, entonces, se anularían de la tierra todas las preocupaciones y los daños, y cada uno se sentiría seguro, viviendo una vida plena y saludable, ya que cada uno de nosotros tendría un gran mundo que se preocuparía por él, y satisfaría todas sus necesidades.

Pero, mientras se tenga solo el deseo de recibir para sí mismo, aparecerán todas las preocupaciones, los sufrimientos, las guerras y las matanzas, de las cuales no podemos escapar, y debilitan nuestros cuerpos con todo tipo de enfermedades y dolencias”. Podemos identificar la intención con el fin de recibir en nuestra relación con el prójimo, en todo lo que nos parece que está fuera de nosotros. Esta intención, orienta a nuestro deseo de recibir de tal manera que el único cálculo de su parte hacia todo lo que le parece externo es en qué medida puede utilizarlo para su propio beneficio.

Y como estudiamos en partes anteriores del curso, incluso, aquellas acciones que hacemos que nos parecen desinteresadas, si examinamos profundamente nuestra motivación, encontraremos, también en estos actos, la intención con el fin de recibir que sigue el mismo cálculo de beneficiarnos a nosotros solamente.

El mal que debemos detectar es, por lo tanto, la intención con el fin de recibir, o en otras palabras, nuestra deficiente relación con los demás. En primer lugar, debemos reconocer que estamos realmente manejados por la intención con el fin de recibir, y luego, sentirla como “mala”, o sea, considerar el valor de la conexión, que se convierte en lo “bueno”.

Y así, cada vez que identifiquemos una parte de la intención con el fin de recibir, la veremos necesariamente como mala, y forzosamente, pasaremos al próximo nivel de desarrollo, hasta alcanzar el bien absoluto al final de la corrección.

Este trabajo interno de esclarecer la intención con el fin de recibir como el mal que nos impide la espiritualidad, se denomina en la sabiduría de la Cabalá, “reconocimiento del mal”.

El reconocimiento del mal es, en realidad, la corrección del mal. Todo lo que tenemos que hacer para anular la intención con el fin de recibir, es reconocerla como mala. Esto se asemeja a esos monstruos de los cuentos de niños, que mirándolos profundamente a los ojos, se esfuman y desaparecen.

La corrección de la intención con el fin de recibir, comienza y termina siendo conscientes de ella. Si lo pensamos, nos daremos cuenta que no hace falta nada más que eso. Si identificamos la intención con el fin de recibir como la fuerza que nos impide lo bueno, la espiritualidad, inmediatamente, se activa dentro de nosotros el deseo de corregirla, y como aprendimos a lo largo de todo este curso, lo único que se nos pide es el deseo de corrección.

El trabajo del reconocimiento del mal, es en cierta forma, similar a las pruebas de calidad del agua. En lugar de beber el agua contaminada, enfermarnos y sufrir, nosotros analizamos de antemano la cantidad de bacterias que contiene la misma por medio de un microscopio, y nos evitamos un sufrimiento innecesario.

Del mismo modo, también en el trabajo del reconocimiento del mal, nosotros nos evitamos la sensación de sufrimiento en la práctica, “en carne propia”. En lugar de avanzar por el camino de sufrimientos, podemos utilizar la sabiduría de la Cabalá, reconocer el mal de antemano, antes de que se manifieste, y pasar del camino de sufrimientos al camino de la Torá.

De una manera u otra, siempre que la intención con el fin de recibir esté oculta dentro de nosotros y nos maneje inconscientemente, no tendremos la posibilidad de corregirla y acercarnos otro paso hacia nuestro estado corregido.

Baal HaSulam escribe sobre esto en una de sus cartas a sus alumnos: “Aunque me quejo y lamento las corrupciones que aún no han sido reveladas y las que habrán de revelarse, puesto a que la corrupción oculta no tiene ninguna esperanza, ya que la gran salvación de los cielos está en su revelación, según la regla que no puede ofrecerse lo que no se tiene, y si se revela ahora, no hay ninguna duda que ya existía desde un principio pero estaba oculta, y es por eso que me alegro de que salieran de sus agujeros, porque pondrás tus ojos en ellos y se convertirán en un montón de huesos”.

Hasta aquí lo referente a la pregunta cuál es el mal que debemos reconocer. En la próxima parte de la lección estudiaremos cómo podemos identificarlo.

 Videos de las sesiones en vivo: https://www.youtube.com/playlist?list=PL5SXdlyl_QzMv6XGWX0syvfqvk8vnEabV

FIN

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Equipo Bnei Baruch Veracruz                                                                

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