- Altas temperaturas afectan a las personas sin hogar, enfermos y vecinos de colonias populares
Por: Christian Valera Rebolledo
El fenómeno de la canícula afecta a varios estados de la república quienes desde el pasado 18 de junio, día en que inició, sufren los estragos de las altas temperaturas; tan solo en Baja California suman ya siete los muertos, así lo declararon autoridades de aquella entidad.
Precisamente con motivo de las altas temperaturas, -que en Veracruz registran sensaciones térmicas por arriba de los 40 grados centígrados-, El Dictamen se dio a la tarea de conocer la forma en que algunas personas hacen frente a esta temporada.
Principalmente de aquellas donde en dolor, la pobreza y la falta de oportunidades hacen el marco ideal para que el calor extienda sus aires abrasadores ocasionando afectaciones directas a la salud.
Nuestro recorrido inicia en el fraccionamiento Faros a un costado del Centro Histórico, es aquí donde nos encontramos con Flor María de la Guadalupe, quien vive en situación de calle desde hace ya varios años, tantos que ni ella misma recuerda cuántos.
VIVIR EN LA CALLE, VIVIR CON EL SOL
Es normal ver a Flor deambular por calles de las colonias Centro Histórico y Centro de la ciudad y puerto bajo los fuertes rayos del sol, siempre llevando a cuestas bolsas y sacos llenos de PET. A pesar de sus dificultades para hablar el diálogo se lleva con relativa concordancia y simpatía.
A pregunta expresa respondió que no cuenta con casa ni familia, sus padres y esposo murieron, sus hijos se fueron a vivir a Tijuana y no cuenta con alguien que le tienda la mano, por lo que le toca hacer frente a las altas temperaturas siempre al cobijo de las sombras y tirada en las banquetas.
Al no tener hogar Flor María de la Guadalupe deambula desde hace varios años por la zona centro de Veracruz, sufre de presión arterial y sopesa las altas temperaturas con botellas de agua fría. Foto: Christian Valera Rebolledo.
Onda de calor no da tregua en Veracruz
Onda de calor ocasionará altas temperaturas en el norte de México
Flor pertenece a ese sector de la población que difícilmente puede acceder al aire climatizado, si tiene ganas de refrescarse lo hace con agua fría, si necesita asearse acude a baños públicos de la zona de mercados. Entrada en el tema confesó que algunas veces siente que se desvanece por lo que busca una sombra y deja pasar el tiempo, “recién me chequé la presión”.
Es muy probable que su organismo sufra los estragos del calor pero no se percata de ello, de ahí que su ingenuidad le esté jugando una mala pasada. Suele dormir al cobijo de uno de los edificios más antiguos del corazón porteño: de la Catedral de Veracruz. Su cama es una de las bancas de metal que se ubican en el zócalo de la ciudad: “me levantan a las 4 ó 5 de la mañana cuando empiezan a barrer, me paro y me voy”.
BAJO ESCALERAS EN ESPERA DE BUENAS NOTICIAS
Dejamos a Flor para conocer más historias. Caminamos sobre la Avenida 20 de Noviembre hasta llegar al Hospital de Alta Especialidad de Veracruz. Es conocido por todos que debajo de sus escalinatas principales muchos familiares de pacientes suelen pernoctar día y noche ante la carencia de recursos para pagar una habitación de hotel.
De lejos la vemos tirada sobre un cobertor a ras de suelo, Yadira Guerrero nos recibe medio acostada mientras se sopla con un pedazo de cartón arrancado de alguna vieja caja. Lleva cuatro días pernoctando a un costado de las escaleras pues un padecimiento de su padre la obligó a viajar desde Gutiérrez Zamora hasta el municipio porteño.
Debajo de la escalinata principal del Hospital de Alta Especialidad de Veracruz pernoctan decenas de familiares de pacientes internados. A pesar de las altas temperaturas ellos no se mueven del lugar a la espera de buenas noticias. Foto: Christian Valera Rebolledo.
Sin esperarlo nos revela algo insólito, si bien ella sufre el calor debajo de la escalinata éste no se compara con el que padecen los pacientes al interior del hospital pues las habitaciones no cuentan con aire acondicionado, lo que les obliga a comprar ventiladores y da como resultado un gasto sorpresa a los familiares.
“Aquí estamos ahora sí que día y noche. Estamos como a 45 grados, está horrible, está súper feo, lo siento mucho. Los internos allá arriba tienen que estar con ventilador, no tienen clima, ahora sí que los familiares tenemos que subirles el ventilador y pues tenemos que ir corriendo a comprarlo y subirlo”.
La pregunta está de más pero es obligada, ¿cómo se sobrevive al calor debajo de esas escaleras?, la respuesta de Yadira es fácil y es cruda, “echándote aire y tomando mucha agua porque el refresco no quita la sed, así que con sueros y sobreviviendo”. Le agradecemos el habernos recibido en su breve espacio mientras la dejamos soplándose con su cartón. La necesidad de conocer historias nos dirige a la colonia Las Granjas ubicada al norte de la ciudad, una de las más paupérrimas del puerto.
LOS POBRES NO TENEMOS DERECHO
Ya en Las Granjas vemos a lo lejos a un señor vistiendo una playera sisada y una bermuda improvisada que antes fue pantalón, se trata de don José Francisco Mayoral de 70 años quien pese al calor nos saluda alegremente en la entrada de su modesta vivienda.
Se trata de una minúscula casa de estructura de madera y forrada de lámina galvanizada, se ubicada en la calle Tlachichilco de la mencionada colonia y en ella además de don José viven su esposa y una de sus hijas quienes de momento no se encuentran por cuestiones laborales.
Cuestionado sobre cómo sortean las altas temperaturas respondió que cada vez se les hace más difícil vivir con el calor. Sin embargo, pensar en instalar un aire acondicionado es un sueño: “nosotros los pobres no tenemos derecho”, respondió don José.
“¿Aire acondicionado?, no, no alcanza, duermo con dos ventiladores porque uno no es suficiente y aún así se siente el calor, ya a las 3 ó 4 de la madrugada se viene sintiendo un poco de fresco. La casa es de madera. El ventilador avienta aire caliente en la tarde, mojo la lámina del techo para refrescar y hasta humo sale, pero no demora ni 5 minutos y ya está seco”.
Cabe señalar que la casa de don José cuenta con piso de tierra, por lo que las tardes las pasa al frente de su casa por si “los señores del gobierno vienen con la promoción del piso firme”, es aquí donde cabe la reflexión sobre la vida misma.
Después de habernos mostrado su sala, su pequeña cocina y sobre todo su pequeño cuarto donde tiene colgados dos viejos ventiladores, nos despedimos de don José a la sombra de un mulato que él mismo sembró y que jamás imaginó que le fuera a ser de gran apoyo en esta temporada de calor.