Betuneros del zócalo de la ciudad consideraron que la temporada decembrina solo fue buena a secas para ellos, ya que el turismo si bien llegó a la ciudad, recurre en poco porcentaje a sus servicios, pues en general calza sandalias y tenis.
Para Juan Palma, con décadas de bolero en Plaza de Armas, lo fuerte es la clientela cotidiana, aunque en esta época también se ausenta por vacaciones.
No obstante, considera que desde la reapertura del zócalo hace varios meses, luego de su cierre para reducir la movilidad por la pandemia del COVID-19, sus ganancias se han estabilizado.

Señala que no se prevé un aumento en el costo de la “boleada” este nuevo año, pues ya se ajustó en cierto porcentaje desde el 2020, para ir acorde a los costos de las cremas, las tintas, cepillos y brochas que son su materia prima.
“Aquí se cobra el servicio en 30 pesos, y 35 si se agrega tinta, pero en mi caso en ocasiones, según las posibilidades del cliente, le cobro la tarifa anterior de 25 pesos”, comentó.
Juan se ayuda para obtener ganancias con el acarreo de puestos que vendedores de artesanías instalan en el zócalo; es decir, apoya en sacarlos de las bodegas en donde sus propietarios los resguardan.
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Durante los meses en los que el zócalo estuvo cerrado, él tomó su caja y deambuló por la ciudad, de casa en casa, ofreciendo sus servicios para lustrar calzado.