Quien me conoce sabe que nunca he sido fan de Russell Crowe, por consiguiente, la película que protagonizó y que fue su hit más alto, “Gladiador” del año 2000, no es una película que se encuentre en mi lista de preferidas, sumándome con ello a todas las críticas negativas que recibió en su momento.
Es por ello que tener una continuación directa de la original casi 24 años después, no resulta atractivo, y para mi gusto, pese a los actores de renombre con los que cuenta, a su buena interpretación y su producción donde se destaca el CGI, el resultado es insípido debido a su historia simple y a que todo respira un aire de momentos innecesarios que no aportan nada interesante como para decir que esta espera valió la pena.
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Años después de presenciar la muerte del admirado héroe Máximo a manos de su tío, Lucio (Paul Mescal) se ve forzado a entrar en el Coliseo tras ser testigo de la conquista de su hogar por parte de los tiránicos emperadores que dirigen Roma con puño de hierro. Con un corazón desbordante de furia y el futuro del imperio en juego, Lucio debe rememorar su pasado en busca de la fuerza y el honor que devuelvan al pueblo la gloria perdida de Roma, pero de paso, tomar justicia por la muerte de su esposa a manos de alguien que es admirado por los demás, haciendo hasta lo imposible por llegar a aquel sitio donde podrá demostrar la fuerza que haciendo adquirido todo este tiempo.
No puedo negar que tenía un poco de esperanza en ver por lo menos algo más llamativo, pero pese a que tenemos espectaculares efectos especiales, la debilidad de su narrativa no resulta nada interesante desde el punto de saber que tenemos de regreso al hijo del protagonista de la primera entrega, en sí su venganza no nos motiva y las situaciones que ocurren son similares a lo que ya vimos (por momentos pareciera que estamos ante una copia calca); las peleas están coreografías de manera en que resultan artificiales al momento de ser presentadas en pantalla, y los personajes, pese a ser interpretados por Paul Mescal, Pedro Pascal, Connie Nielsen, Denzel Washington, Joseph Quinn y Fred Hechinger en los roles principales, se sienten muy forzados y faltos de interés (siento que ni ellos mismos se están tomando tan en serio su presencia), por lo que no logramos conectar con ellos ni mucho menos nos llega a interesar lo que les ocurre.
Resulta curioso que en la dirección regresa Ridley Scott, y el trabajo final pareciera más como si se hubiera realizado de manera forzada y dista de mostrar pasión pese a la enorme cantidad de momentos de acción con los que cuenta, siendo una película que aspiraba para ser mucho y termina siendo muy poco.