Esta columna se empezó a publicar diariamente en El Dictamen.-Decano de la Prensa Nacional, el 8 de marzo de 1988, por lo que tiene más de 30 años, en los que hemos sido testigos de seis cambios de gobierno y sus consecuencias, tales como el plan de choque que frenó nuestro crecimiento y que hasta la fecha lo sufrimos, las excesivas privatizaciones, los errores de diciembre de 1994, las alternancias fallidas y el desmantelamiento de Pemex con su “gasolinazo”. Y antes, como profesional de la Contaduría, viví las devaluaciones del peso, la nacionalización de la banca, el control de cambios, la peor inflación y la más alta tasa de interés que hemos sufrido (160% y 180%, en 1987 con Miguel de la Madrid Hurtado) y las peores devaluaciones de nuestra moneda.
Con esa experiencia sabemos que ninguna transición es igual, y podemos decir, como el filósofo Heráclito: “En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]”, por lo que poco caso hay que hacerle a quiénes vislumbran un panorama sombrío solo porque ya no serán ellos los que rijan nuestro destino. Y hay que leer y tomar las noticias financieras como de quién vienen y recordar la lección de periodismo financiero que publicó en su último artículo el Nobel de Economía Gary Baker, fallecido el 5 de mayo de 2014. Becker, como otros estadounidenses ganadores de la presea (recordemos que EEUU las acapara) colaboraba en los medios con una columna, y se despidió en The Wall Street Journal diciendo que: “Hay que criticar a un partido político cuando toma medidas que se piensa son contrarias a la ideología de ese partido; el supuesto beneficio del silencio ante una decisión equivocada no queda compensado por el deterioro de la credibilidad del comentarista, y del partido al que se quiere favorecer.”
En nuestro país el modo de presentar las noticias es previsible, según el medio que las difunde, por lo que a una buena noticia podemos acreditarles malas consecuencias y a una mala noticia encontrarle virtudes insospechadas. Demos a los que se van un merecido aplauso, pues estamos seguros de que hicieron lo mejor que pudieron, y otorguemos a los que llegan el beneficio de la duda, pues ya los futurólogos les culpan hasta del cambio climático. Y no nos alarmemos por la devaluación de nuestra moneda que es natural, porque nuestra inflación será del 5% y la de EEUU se mantiene en 2%, además con el gasolinazo de enero de 2017 el dólar ya rebasó los 22 pesos. Como siempre los capitales golondrinos nos abandonarán, pero otros están esperando y con mejores condiciones. Y la Bolsa de Valores solo es uno más de los indicadores financieros, que refleja la eficiencia de las empresas por adaptarse a los mercados.
Cierto es que mucho va a cambiar, pero esa fue la intención de la votación en las elecciones y hay que respetarla. Vienen buenos tiempos para todos, unos a descansar y a administrar sus ahorros; y otros a trabajar y demostrar que si se puede.